섹션

Pastor David Jang – La comunión santa y la firmeza del evangelio

 

  1. La importancia de la comunión santa y la comunidad
    En Romanos 16:16, Pablo dice: "Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Todas las iglesias de Cristo os saludan." A través de estas palabras, vemos que Pablo enfatiza la comunión santa y el saludo sagrado que los creyentes deben brindarse unos a otros dentro de la comunidad eclesial. No se trata solo de recomendar el acto físico de besarse, sino de exhortar a que los hermanos, en Cristo, expresen amor verdadero y una profunda intimidad espiritual cada vez que se encuentren. Hoy en día, cuando nos reunimos en la iglesia, solemos saludarnos con un apretón de manos o un abrazo para expresar alegría y calidez. Sin embargo, en la iglesia de la época de Pablo, especialmente en la iglesia de Roma, el "beso" (el ósculo) era una forma natural de saludar, propia de aquel contexto histórico y cultural. Además, la palabra "santo" señala que ese saludo debía realizarse con un corazón puro, centrado en Cristo.

El Pastor David Jang señala que, detrás de esta recomendación de Pablo, hay un recordatorio de que la iglesia no es meramente un grupo de personas, sino un solo Cuerpo (One Body) compuesto por miembros orgánicamente conectados. Tal como la mano derecha no puede ignorar a la izquierda, ni los ojos olvidar el esfuerzo de los pies, la iglesia debe vivir unida, ayudándose mutuamente hasta formar un todo. Cuando Pablo se dirige a la iglesia en Roma diciendo "Saludaos los unos a los otros con ósculo santo", subyace la premisa "Ya sois uno. Sois miembros unidos en Cristo."
Seguidamente, Pablo añade: "Todas las iglesias de Cristo os saludan." Aquí descubrimos que, aun en la iglesia primitiva de aquel tiempo, dispersa físicamente por todo el mundo mediterráneo, las congregaciones no vivían totalmente desconocidas o separadas entre sí, sino que ya estaban interconectadas en Cristo. El evangelio, que comenzó en Jerusalén, se expandió rápidamente a Antioquía, Asia Menor, Macedonia, Acaya y Roma a través de la predicación de los apóstoles, fundándose iglesias por doquier. Estas iglesias se mantenían en contacto mediante cartas, se enviaban ofrendas misioneras y ponían en marcha el envío de apóstoles y colaboradores, estableciendo así una firme unión en un solo Cuerpo.

El Pastor David Jang explica que la "conexión" y la "solidaridad" mostradas por la iglesia primitiva encierran una gran lección para la iglesia de hoy. En la actualidad, gracias a internet y a las comunicaciones, podemos compartir noticias con mucha mayor rapidez y facilidad, así como los recursos financieros y humanos. Sin embargo, en ocasiones, las iglesias se encierran y se fragmentan más de lo que se unifican. Pese a contar con condiciones de comunicación mucho mejores que en la antigüedad, vemos que no siempre se consolida esa cultura de cooperación y cuidado mutuo tan fuerte como la de la iglesia primitiva. Esto indica la necesidad de recuperar la "conectividad" y la "comunitariedad" ejemplificadas por la iglesia de los primeros siglos, tal como señala Pablo en este pasaje.

La esencia del mandamiento "Saludaos con ósculo santo" es que la iglesia se revista de "santidad" al recibir a los demás, sin descuidar el amor, la atención y la conciencia de unidad que hay detrás. En la época de Pablo, convivían en una misma iglesia gentiles y judíos, quienes tenían notorias diferencias en su trasfondo cultural, en su observancia de la ley, sus tradiciones y lengua. Aun así, el llamado a "saludaros con un ósculo santo" implicaba brindar una "hospitalidad" que trascendía esas diferencias. Era la orden de no olvidar, pese a procedencias tan diversas, la hermandad en Cristo, compartiendo saludos e intimidad sinceros.

Al respecto, el Pastor David Jang enfatiza que "nadie debe ser excluido en la iglesia." Nadie puede ser ignorado o rechazado por cuestión de estrato social, procedencia, ni por ser de una iglesia institucional o no institucional. El "ósculo santo" o el saludo santo no es meramente una forma externa, sino la expresión de un cuidado y de una cercanía espiritual. Esta disposición a abrir de par en par las puertas del corazón y a saludarse mutuamente sigue siendo hoy día uno de los rasgos esenciales de la comunidad cristiana y la señal hermosa de los llamados por Dios.

Luego de subrayar la importancia de la comunión santa, Pablo aborda en los versículos 17-18 el tema de los elementos que pueden amenazar la pureza y la unidad de la comunidad eclesial, o sea, la discordia y el tropiezo (aquello que hace caer). Eso constituye un llamado a la precaución para proteger la base de la comunión que él acaba de recomendar: "Hermanos, os ruego que os fijéis en los que causan divisiones y ponen tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos." Pablo advierte que en la iglesia puede haber personas que generan conflicto o hacen que otros caigan, y exhorta a mantenerse alejados de ellas para proteger la iglesia.

El Pastor David Jang, al comentar este pasaje, explica que para mantener ininterrumpida la comunión santa en la iglesia, se requiere discernimiento frente a aquellas fuerzas, tanto internas como externas, que destruyen las relaciones y arrastran al pecado. Cuando Pablo se comunica con la iglesia de Corinto y con otras iglesias de distintas regiones, constantemente alerta contra herejías y contra grupos que siembran división, algo muy real en la iglesia primitiva. Como las iglesias no eran solo congregaciones de "ángeles puros" sino de personas con naturaleza pecaminosa, surgían con facilidad ocasiones de discordia y escándalo. De ahí el énfasis de Pablo: "No os dejéis arrastrar por ellos."

Los que "causan divisiones" promueven disputas, chismes y bandos, generando enemistad en la iglesia. En Proverbios 6 se enumeran siete cosas que el Señor aborrece, y una de ellas es "el que siembra discordia entre hermanos." Asimismo, quienes "ponen tropiezos" hacen que otros creyentes fracasen en su caminar de fe, tentándolos y haciéndolos caer. Pablo los describe como personas que "sirven a su propio vientre," no a Cristo, seduciendo con palabras suaves y halagos para engañar a los ingenuos.
Para que la comunidad de la iglesia comparta una comunión santa y constructiva, hay que discernir e incluso apartarse activamente de esos sujetos. El Pastor David Jang subraya que si bien la iglesia debe "cubrirlo todo con amor," aceptar sin más a quienes cometen actos dañinos o infunden un daño espiritual sutil no es "verdadero amor." En ocasiones, "el querer aparentar que se acoge a todos" puede enfermar la iglesia aún más. Ser santos implica, tal como advierte Pablo, la "sabiduría de apartarse." Sin embargo, antes de llegar a ese punto, es esencial exhortar y corregir, siempre que sea posible.

Luego de esta advertencia sobre el riesgo de la división y el tropiezo, en el versículo 19 Pablo felicita la obediencia de la iglesia en Roma, que es conocida en todas partes. Y concluye: "Quiero que seáis sabios para el bien y sencillos para el mal." En el contexto, implica no dejarse arrastrar por el mal o por enseñanzas equivocadas; por el contrario, debían perfeccionarse en el bien y mostrarse "inexpertos" o "inocentes" respecto al mal. Ser "sabios para el bien" significa ser competentes y sabios en actos de amor, servicio y justicia dentro de la comunidad. Ser "sencillos para el mal" significa rehuir las maquinaciones de discordia y el pecado, manteniendo distancia de esas cosas y mostrando ignorancia casi total hacia ellas.

Cuando el Pastor David Jang predica sobre este versículo, señala que hoy muchos creyentes manejan con gran habilidad información sobre el mal, la violencia, la pornografía, la deshonestidad, etc., ya que los medios e internet exponen constantemente tales realidades. Pero, lamentablemente, se carece de formación o madurez en cuanto a actuar en el bien, a la compasión o a la entrega. Por ello, hemos de asimilar la exhortación de Pablo a la iglesia de Roma -"Quiero que seáis sabios en el bien y sencillos en el mal"- con mayor profundidad, procurando no enorgullecernos de "tener bajo control el mal," sino más bien apartarnos de él, y entrenar nuestra vida espiritual para practicar el bien abundantemente.

En el versículo 20 Pablo añade: "Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros." Esta es la proclamación y certeza de que finalmente la iglesia triunfará sobre las fuerzas malignas que, a través de Satanás, fomentan la división y el tropiezo. Aunque en el presente Satanás actúe en el mundo y sacuda la iglesia, "el Dios de paz" quebrantará su poder y hará que la comunidad disfrute de la paz verdadera.
El Pastor David Jang explica que, ante conflictos y pruebas dentro y fuera de la iglesia, muchos cristianos se preguntan: "¿Cuándo acabará este caos?" Sin embargo, tal como dice Pablo, Dios "en breve" herirá a Satanás, y aun los conflictos que parecen interminables para nosotros se pueden resolver. No obstante, el "en breve" alude al kairos divino, un tiempo soberano de Dios que no puede medirse con nuestra percepción limitada. Hasta que ese día llegue, la comunidad cristiana debe fortalecerse mediante la comunión santa y no dejarse arrastrar por quienes la dividen o engañan, procurando ser "sabios en el bien y sencillos en el mal."

  1. Conflicto, tentación y la solidez del evangelio
    En Romanos 16:21 y siguientes, Pablo menciona a sus colaboradores: "Os saludan Timoteo mi colaborador, y Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes." Aquí observamos la situación en la que se escribía la carta. Pablo estaba en Corinto enviando sus líneas a la iglesia en Roma y hace constar los nombres de quienes estaban a su lado. Timoteo era un "hijo espiritual" muy querido y de mucha confianza para Pablo; frecuentemente, Pablo le encargaba visitar y servir en varias iglesias, como la de Filipos, por ejemplo. Al referirse a él en Filipenses 2:20, Pablo dice: "Pues a nadie tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros", reflejando la cercanía que existía entre ambos.

El Pastor David Jang hace hincapié en la trascendencia de "los colaboradores" a la hora de resolver o evitar conflictos en la iglesia. Si Pablo hubiera estado solo, seguramente le habría sido difícil hacer frente a temas como el Concilio de Jerusalén, los problemas en la iglesia de Corinto o las disputas sobre la ley en la región de Galacia. Sin embargo, gracias a Timoteo, Lucas, Silas y otros que asistían y cuidaban las iglesias, consolándolas y cubriendo los vacíos dejados por Pablo, su ministerio se extendió a zonas aún más amplias. La iglesia, siendo un solo Cuerpo, funciona plenamente cuando sus diversos miembros cumplen la función que les corresponde.

En la mención de "Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes," vemos la apertura y la visión internacional de Pablo. Jasón era aquel que había recibido y protegido a Pablo en Tesalónica, siendo luego inculpado y obligado a pagar una fianza (Hechos 17). Sosípater, procedente de Berea, colaboró con Pablo en varios lugares (Hechos 20). Cuando Pablo escribe sus saludos con los nombres de estas personas, deja claro que todos ellos comparten el mismo sentir y saludan a la iglesia en Roma. Así se demuestra que la iglesia no dependía solo de un apóstol o de un líder, sino que era una auténtica "red" de fe y colaboración de varios creyentes y congregaciones dispersas.

En el versículo 22, leemos: "Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor." Este pasaje indica que Tercio fue el amanuense que recogió el dictado de Pablo para redactar la carta a los Romanos. Algunos estudiosos sostienen que Pablo tenía problemas de visión, apoyándose en Gálatas 6:11, donde Pablo menciona haber escrito con letras grandes de su propia mano. En ese contexto, era frecuente que alguien con la habilidad de escribir actuara como secretario o amanuense, facilitando así la comunicación del apóstol. Al final de la carta, Pablo a veces añadía de su puño y letra algún saludo, o el mismo amanuense hacía constar su nombre tras concluir la tarea.

El Pastor David Jang destaca que, aunque el papel del amanuense o del secretario parezca secundario, estuvo estrechamente vinculado a la acción del Espíritu Santo en la transmisión fiel del mensaje. No se limitaba a escribir al dictado, sino que debía comprender el sentido y el contenido del mensaje, asegurándose de transmitirlo con claridad. La historia de la iglesia muestra que los ministerios realizados por quienes "no aparecen en primer plano" han sido decisivos para su desarrollo. El Pastor David Jang subraya que "Dios no olvida jamás la fidelidad de quienes sirven discretamente." Cuando surgen contiendas en la iglesia, con frecuencia se deben a quienes persiguen posiciones destacadas o fama; en contraste, quienes sirven de manera silenciosa terminan cumpliendo la función principal de sostén y apoyo de la comunidad.

En el versículo 23, se menciona: "Os saluda Gayo, huésped mío y de toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y Cuarto, el hermano." Gayo era uno de los pocos a quienes Pablo había bautizado personalmente en Corinto (1 Corintios 1), y se lo menciona aquí como alguien que hospeda no solo a Pablo, sino también a la comunidad. Además, vemos la alusión a Erasto, "tesorero de la ciudad," lo cual indica que, en la iglesia de Corinto, también militaba alguien con un cargo público en la administración local. De esta forma, se confirma que la iglesia primitiva no estaba aislada de la sociedad ni de la economía de su tiempo.

El Pastor David Jang recalca que esta escena ilustra la apertura de la evangelización y la misión de la iglesia hacia todas las clases sociales. El evangelio tenía -y tiene- un carácter universal: abarcaba desde funcionarios públicos de alto rango hasta personas de origen humilde, desde judíos hasta griegos, pasando por romanos, y los unía a todos en la adoración a Cristo. Sin embargo, esta diversidad acarreaba igualmente el riesgo de división; las diferencias culturales, las disparidades económicas y la fricción con los ritos paganos podían dar pie a conflictos. Por eso, Pablo repetía "Recibíos los unos a los otros, servíos mutuamente, no os dividáis ni hagáis tropezar a nadie." Al mismo tiempo, prevenía contra aquellos que generaban discordia o se entrometían con enseñanzas falsas.

En el versículo 24 (que en algunas traducciones, como la Reina-Valera 1960, puede aparecer combinado con el 23), y finalmente en los versículos 25-27, Pablo cierra la Carta a los Romanos con un grandioso doxología o cántico de alabanza: "Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, ... manifestado ahora por las Escrituras proféticas ... para que todas las naciones obedezcan a la fe..." Aquí destaca que el evangelio proclamado sobre Jesucristo, oculto por siglos, se ha revelado en el momento oportuno. Es el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, que anunciaron la venida del Mesías y su salvación.

El Pastor David Jang explica que el objetivo de esta solemne alabanza final, que concluye Romanos, es recalcar el tema central de la epístola: la inmensidad del evangelio. El evangelio no es meramente una doctrina religiosa, sino el plan de salvación cósmico y un misterio eterno (desde antes de los tiempos), ahora manifestado en Jesús. Y, tal como dice, "para que todas las naciones obedezcan," el propósito definitivo de esta revelación es que todas las etnias y pueblos entren por la fe en Cristo.
En el versículo 26, se alude a la "revelación del misterio" que, "por las Escrituras de los profetas," ha llegado al conocimiento de todos, ratificando que Jesús es el cumplimiento de la ley y los profetas. Lo que los profetas esperaban y anhelaban -la salvación- se ha cumplido plenamente en la cruz y la resurrección del Señor. Ese mensaje no se restringe a los judíos, sino que abraza a los gentiles y a toda la humanidad, cumpliéndose la promesa de que el mundo entero pueda oír y recibir este evangelio. La tarea de la iglesia, de predicar este evangelio y de preservar la unidad en medio de las pruebas, se fundamenta en esta visión universal.
Pablo proclama que Dios puede "afianzaros" (o "fortaleceros") mediante este evangelio. Esto significa que, aunque en el mundo existan múltiples filosofías y culturas, la única fuerza que sostiene a la iglesia sin tambalearse es el evangelio de Jesucristo, que expresa el amor, la justicia y el poder de Dios. Pablo está convencido de que la iglesia no sucumbirá ante las pruebas ni las tentaciones si se arraiga en el evangelio. Y en el versículo 27 añade: "al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén." Con ello cierra la carta.

El Pastor David Jang, al referirse a esta parte final, describe la progresión de pensamiento de Pablo como una "sinfonía teológica": tras exponer los peligros internos de la iglesia, recalca la misión gloriosa de la iglesia y acaba elevando todo a la gloria de Dios, origen y finalidad de la existencia cristiana. El objetivo de la iglesia no es simplemente la autodefensa ni el crecimiento numérico, sino "dar gloria a Dios." Y la vía para hacerlo es predicar a Cristo, fortalecer a la iglesia y llevar a las naciones a la obediencia de la fe. Así concluye Romanos, dejando claro que, cuando la iglesia vive unida, en comunión santa y sin discordias, brilla con la solidez del evangelio que el mundo no conoce.

Romanos 16:16-27 nos presenta, de manera conjunta, la "comunión de la iglesia," el "discernimiento en la iglesia" y la "fortaleza del evangelio." La frase "Saludaos los unos a los otros con ósculo santo" simboliza un profundo amor y cercanía espiritual en la comunidad. En cambio, el mandato de "fijarse en los que causan divisiones o tropiezo" subraya la importancia de la firmeza y de la vigilancia para proteger la pureza y el crecimiento de la iglesia. Finalmente, la declaración "el Dios de paz aplastará pronto a Satanás" y la bendición "Él puede confirmaros según el evangelio" encierran un mensaje de esperanza: la iglesia, tarde o temprano, hallará victoria bajo la soberanía de Dios.

El Pastor David Jang destaca que, a la luz de este pasaje, la iglesia hoy sigue siendo objeto de los ataques de la discordia y de las falsas enseñanzas, por lo que hemos de arraigarnos en la solidez del evangelio. Cuando la iglesia afronta críticas externas o atraviesa pruebas internas, la respuesta no es la autoprotección, sino el mismo "evangelio." Como bien señaló Pablo, solo el evangelio transforma a las personas y consolida la iglesia. Si la iglesia, en lugar de apegarse al evangelio, persiguiera intereses mundanos o políticos, las divisiones no harían sino intensificarse.

Además, el Pastor David Jang recalca que para practicar la exhortación "sed sabios para el bien y sencillos para el mal," no basta con reunirse los domingos; se requiere un fortalecimiento cotidiano de la comunión, el cuidado fraterno, y el estudio conjunto de la Palabra, nutriendo la sensibilidad espiritual para discernir el bien y el mal. Si los creyentes se aman y confían unos en otros, será más difícil que la iglesia se vea afectada por divisiones o enseñanzas engañosas.

Así pues, el intercambio de saludos y noticias entre las iglesias fundadas por Pablo no era solo un gesto de cortesía, sino el reconocimiento de que "somos un solo Cuerpo, oramos y cooperamos unos con otros." Para extender ese espíritu en la iglesia contemporánea, es indispensable superar las barreras denominacionales, regionales y nacionales, para que juntos adoremos y apoyemos la obra misionera. No debe ser solo una convivencia superficial o un encuentro social, sino una verdadera comunión espiritual y solidaridad, compartiendo recursos y fuerzas cuando sea necesario.

De esta manera, la última sección de Romanos 16 no rehúye la realidad del conflicto ni de la tentación que acechan a la iglesia, sino que identifica en el "evangelio" el poder fundamental para triunfar sobre ellos. El evangelio renueva la iglesia desde sus bases y la restaura a su diseño original: una comunidad santa y unida. La discordia surge cuando se ha perdido de vista el evangelio; las falsas enseñanzas ganan terreno cuando se deforma la esencia del evangelio. Pero allí donde la iglesia se mantiene firme en el evangelio, "el Dios de paz" desbarata cualquier ataque maligno, y la promesa "Él aplastará a Satanás bajo vuestros pies" llega a cumplirse.

El Pastor David Jang insiste en que la enseñanza de este pasaje es vital para las iglesias y los creyentes de hoy. Hemos de reconocer con realismo que la iglesia está expuesta al peligro de división y a la influencia de la cultura secular, y comprender que por doquier se alzan tentaciones que sacuden nuestra fe. Por eso, la comunidad cristiana ha de esforzarse en forjar la comunión santa, el cuidado mutuo y el servicio recíproco, para así cerrar las grietas por donde pueda infiltrarse la discordia. Y, al mismo tiempo, ejercitar el discernimiento para rehuir o confrontar todo lo que amenaza la fe de la iglesia. A nivel individual, debemos grabar en nuestro corazón la exhortación de Pablo: "sed sabios para el bien y sencillos para el mal," y vivir examinando nuestra vida a la luz del evangelio. Si así actuamos, confiamos en que, según la promesa, "el Dios de paz" herirá a Satanás y la gracia de Jesucristo reinará en abundancia.

Romanos 16:16-27 es un reflejo de la esencia del futuro de la iglesia: la comunión y la hospitalidad santas, la vigilancia para prevenir la división y el tropiezo, y la firmeza y meta suprema del evangelio y la gloria de Dios. El Pastor David Jang recalca que, al vivir así, la iglesia podrá dejar atrás las disputas y manifestar la unidad santa para la cual ha sido llamada, todo ello sustentado en el poder del evangelio. Cuanto más nos alejemos del mal y nos acerquemos a lo bueno, más obrará el "Dios de paz" para conducirnos a la armonía. Y la declaración final, "al único y sabio Dios sea gloria mediante Jesucristo por los siglos," nos recuerda que todo procede de Él y a Él retorna. Así como Él salva y levanta a la iglesia, también da el sentido último de la existencia eclesial, que es tributarle alabanza y gloria con nuestras vidas.

El Pastor David Jang indica que el mensaje de este pasaje sigue teniendo la misma fuerza que en tiempos de Pablo, pues las iglesias actuales también sufren divisiones y están rodeadas de tentaciones y conflictos. Por eso, hay que poner un énfasis constante en la comunión santa y en el cuidado mutuo para impedir que haya espacio para la discordia y para quienes siembren escándalo. Asimismo, cada creyente debe cultivar la actitud de "sabio para el bien y sencillo para el mal," reflexionando cada día bajo la luz del evangelio. Entonces, tal como Pablo prometió, Dios traerá su paz y el Señor Jesús derramará abundante gracia.

En Romanos 16:16-27, se nos presenta la visión esencial de la comunidad cristiana: comunión y hospitalidad santas, discernimiento frente a divisiones y tropiezos, y la orientación a la firmeza del evangelio y a la gloria de Dios. El Pastor David Jang señala que la iglesia puede vencer cualquier tentación de división cuando está arraigada en el evangelio. Al apartarnos del mal y acercarnos al bien, el "Dios de paz" obra y cumple su promesa de derribar a Satanás. Esta enseñanza sigue guiando la forma en que la iglesia se proyecta ante el mundo y ante sí misma, evaluando su propia identidad. La vocación y la razón de ser de la iglesia giran en torno a la santidad, la armonía y la solidez en el evangelio. Estas verdades deben ser el fundamento inquebrantable de nuestra vida cristiana hoy. Si lo recordamos y lo vivimos, veremos cómo la iglesia, unida como un solo Cuerpo, examina el mundo y su propia realidad a la luz del evangelio, participando en el "gran drama de la salvación" que finaliza con la doxología: "Al único y sabio Dios sea gloria mediante Jesucristo por los siglos. Amén."

Con esto concluimos el análisis de Romanos 16:16-27 en dos bloques temáticos: (1) La comunión santa y la relevancia de la comunidad, y (2) El conflicto, la tentación y la solidez del evangelio. Pablo no se limita a dar un consejo amable sobre la armonía, sino que reafirma la misión fundamental de la iglesia, advierte sobre el peligro de falsas enseñanzas y divisiones, y muestra que la única base sólida para glorificar a Dios es el evangelio arraigado en los corazones de los creyentes. Si, como señala el Pastor David Jang, la iglesia avanza por esa senda con discernimiento, amor y servicio, entonces el Dios de paz la protegerá, y el evangelio se difundirá cada vez con más fuerza al mundo. Esta verdad no caduca con el paso del tiempo. Fue válida en días de Pablo y lo sigue siendo en nuestros días. Oramos para que la gracia de Jesucristo llene nuestras iglesias y a cada uno de los creyentes, y para que crezca entre nosotros la comunión santa y la unidad que Pablo anheló. Amén.